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sábado, 20 de octubre de 2018

Charles Aznavour

Charles Aznavour


Nombre artístico de Varenagh Aznavurian; París, 1924 - Mouriès, 2018) Este cantante, compositor y actor de cine francés de origen armenio dijo de sí mismo, en su autobiografía Aznavour por Aznavour, que la belleza de su música no estaba tanto en la voz como en la propia canción. La primera de sus múltiples facetas en la que halló reconocimiento fue la de la composición, cuando Edith Piaf solicitó sus servicios: temas como C'est si triste Vénice o She lo lanzaron a la fama. Posteriormente logró trabajar en los teatros musicales de París, y su fama fue creciendo hasta llegar al cine, donde actuó a las órdenes de directores de la talla de François Truffaut, y participó en memorables filmes como La cabeza contra el muro (1959), Tirad sobre el pianista (1960), El tambor de hojalata (V. Schlöndorff, 1979) y Edith y Marcel (C. Lelouch, 1983). En 1992 protagonizó la serie televisiva El chino; cinco años después fue galardonado con un César de honor por el conjunto de su carrera.

Charles Aznavour

Charles Aznavour estudió declamación y canto; muy joven aún, realizó una gira por Francia con una compañía de teatro de Prior. A su regreso a París actúo en el Odeón y en el Madeleune, y encontró su oportunidad en la Compañía Pierre Fresnay, con un papel en la comedia Margot. Ingresó luego en la Escuela de Julien para artistas de music-hall y en 1942 empezó a ser conocida su labor como compositor: trabajó con artistas como Pierre Roche, Mistinguette, Maurice Chevalier, Breton y Edith Piaf, que lanzaron sus primeras canciones a la popularidad. Con esta última permaneció casi nueve años, como chófer, mozo de comedor y secretario. Cosechó grandes éxitos, especialmente en Canadá y en Estados Unidos de América entre 1946 y 1948, pero regresó a París, siguiendo el consejo de Edith Piaf. En 1956 triunfó clamorosamente en un recital en la sala Olympia de la capital francesa.
El éxito le abrió las puertas del cine, donde inició una desigual carrera. Por su primera película, La cabeza contra el muro (1959), recibió el premio de interpretación concedido por la Academia Francesa de Cine. A ésta le siguieron Les dragueurs (1959) y Tirad sobre el pianista (1960), dirigida por François Truffaut. 1964 fue su año más prolífico en rodajes, ya que intervino en siete filmes. En 1969 rodó Candy et les derniers aventuriers en Hollywood. Ya en los años ochenta participó en la película Yiddish Connection (1986), y en 1985 protagonizó la serie de televisión Le paria. Compuso la música y letra de numerosas películas, entre ellas Soupe au laitCes dames preferent le mambo o Le cercle vicieux.
Charles Aznavour se mantuvo en activo durante décadas en sus múltiples facetas. Siempre solidario, tras el terremoto de Armenia de diciembre de 1989 colaboró con los damnificados desde la fundación que creó al poco tiempo de producirse la catástrofe. En 2001 trabajó en la película francesa Angelina, rodada en Praga, y en 2004, con 80 años, protagonizó una nueva versión cinematográfica de la novela Papá Goriot de Honoré de Balzac, rodada en Rumanía. El rey de la canción francesa, junto a la voz del son, Compay Segundo, grabaron en 1999 Morir de amor, tema incluido en el álbum del músico cubano Calle salud. En los años siguientes siguió colaborando con Compay y otros músicos cubanos.
En 2005 salió a la venta un triple CD que repasaba la trayectoria musical de sus seis décadas de carrera (durante la que había compuesto casi ochocientas canciones), y nuevamente en 2007, bajo el título Charles Aznavour, se publicó la antología más completa del cantante francés en formato DVD. Ese mismo año, en abril, comenzó a sus 83 años una gira mundial de despedida en el Palacio del Kremlin de Moscú. Charles Aznavour o el destino domado es el título de la biografía autorizada en 2006 escrita por el periodista Daniel Pantchenko, dos años después de que el intérprete llevase a las librerías sus memorias, Le temps des avants. De 1970 es una más temprana autobiografía, Aznavour por Aznavour.
No tenía buena voz. No era guapo. Ni siquiera alto. No tenía nada para triunfar sobre un escenario y así se lo dijeron los críticos cuando comenzó su carrera. No los escuchó, e hizo bien. Más de 1.400 canciones grabadas, 800 de ellas compuestas por él mismo, casi 300 discos publicados, más de 100 millones de álbumes vendidos y salas de conciertos llenas para escucharle bien pasados los 90 años, además de una extensa carrera en el cine, demuestran que tenía razón. La voz de Charles Aznavour (París, 1924) se ha apagado en la madrugada de este lunes en el sur de Francia a los 94 años, pero lo ha hecho, como todo en su vida, a su manera.


“No es importante ser recordado. Lo importante es saber que mi trabajo será recordado”, decía cuando desveló su propia estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en 2017. A los 93 años que sumaba entonces, le temblaban ya algo la voz y el pulso, pero aún siguió subiéndose incansable a escenarios en todo el mundo. Porque era lo que más le gustaba, junto a componer. Y aunque hace una década evocó la posibilidad de retirarse algún día, como señalaba en su canción J’abdiquerai (Abdicaré), ese día tardó en llegar y Aznavour siguió cantando en todo el mundo casi hasta su último aliento. De hecho, tenía previsto actuar el 26 de octubre en Bruselas y pasarse el otoño de gira por Francia.
La bohèmeVenecia sin ti, La mamma, y Emmenez-moifiguran entre sus canciones más destacadas de un repertorio de marcado tono nostálgico. Compuso además para artistas como Edith Piaf, y como actor, participó en unos 80 filmes.
Una energía y un amor por lo que hacía que le permitieron conquistar a varias generaciones durante una carrera que se extendió décadas y por todos los continentes. Charles Aznavour cantó en media docena de idiomas. Era reverenciado en lugares insospechados como Cuba, donde grabó un disco hace una década junto a Chucho Valdés. En Armenia, país del que era originaria su familia —su nombre real era Shahnour Vaghinag Aznavourian— y del que fue nombrado embajador perman
ente ante la ONU, tiene dedicadas estatuas y hasta un museo.
En 1998, la cadena CNN lo declaró el “artista del entretenimiento del siglo”. Otros lo llamaban el Frank Sinatra de Francia. En su país, porque Francia siempre fue su país, era, sencillamente, el "patrón" de la música francesa.
“Me gusta escribir lo que los demás no escriben”, explicaba a EL PAÍS cuando ya había cumplido los 90 años. Y no tenía tabúes. Escribió —y cantó— sobre la homosexualidad cuando casi nadie se atrevía. “Como en la literatura, la pintura, la fotografía o los artistas que se lo permiten todo, en una canción se puede decir de todo, a condición de que se sea sincero, esté bien escrita y no sea vulgar”, decía al respecto.
Aun así, en varias ocasiones dijo lamentar que, si bien se había valorado su carrera como cantante, su faceta de compositor, como “escritor de la canción”, como decía, había quedado algo ensombrecida. “Tengo la impresión de que jamás se me ha leído. Se me escucha. Cuando un joven artista me trae un disco, siempre le digo: ‘Dame también las letras para que las lea’”, explicaba en una entrevista en 2007.


Una de las primeras películas en las que apareció fue 'Disparen al pianista'. En el filme, interpreta a un hombre que intenta alejarse de su problemática familia tras la muerte de su esposa.
Una de las primeras películas en las que apareció fue 'Disparen al pianista'. En el filme, interpreta a un hombre que intenta alejarse de su problemática familia tras la muerte de su esposa.


Con todo, como reconocía él mismo, no lo hizo nada mal “para un chaval que salió del colegio a los diez años y medio sin pena ni gloria”. Lo que sabía, como tampoco se cansaba de contar, lo aprendió en buena parte de su padre, Mischa Azna­vou­rian, un barítono que junto con su madre, Knar Bagh­das­sa­rian, actriz, huyó del genocidio armenio en 1915. La idea de la pareja era llegar hasta Estados Unidos, pero acabaron instalándose en París, donde su hijo Charles nacería el 22 de mayo de 1924. En el restaurante que regentaban, Charles Aznavour empezó a codearse desde muy pequeño con los múltiples artistas que visitaban el local y donde su padre, cuando se ponía a cantar en algunas ocasiones, “hacía llorar” a las mujeres que estaban en la sala. Hoy es Francia la que llora por la muerte del último gigante de la canción francesa.


Muere Charles Aznavour a los 94 añosampliar foto
SCIAMMARELLA


Entre las reacciones, destaca la del presidente francés, Emmanuel Macron: "Era profundamente francés, aferrado visceralmente a sus raíces armenias, reconocido en el mundo entero, Charles Aznavour acompañó las alegrías y las penas de tres generaciones. Sus obras maestras, su voz, su influencia única le sobrevivirán largo tiempo”. Macron lo había invitado, hace solo dos semanas, a la recepción ofrecida en el Palacio de Versalles al príncipe heredero de Japón. La muerte del hombre que “calentó los corazones de cienos de millones de personas durante 80 años” constituye una “pérdida universal”, dijo por su parte el primer ministro armenio, Nikol Pachinian. 
Los homenajes a un “cantante popular”, según el líder del Partido Comunista Francés, Pierre Laurent, e “inmenso” que deja a “todos los franceses en duelo por su talento”, como dijo la ultraderechista Marine Le Pen, se encadenaron, unánimes, desde toda la esfera política gala.
También el mundo de la cultura lloró la muerte de alguien que supo, como pocos, cantar “sobre el amor, el tiempo que pasa, las alegrías y decepciones de una vida, sus instantes felices, una dulce melancolía”, como recordó la ministra de Cultura, Françoise Nyssen. “Uno de los nombres más grandes de la canción francesa nos ha dejado, un artista conocido, admirado y amado en el mundo entero”, agregó. “Qué tristeza estar sin ti… Gracias por todo”, tuiteó el cantante Patrick Bruel. “Era nuestro as inmortal, nuestro as de los poetas”, escribió por su parte Brigitte Bardot en un comunicado remitido a la Agencia France Presse. "Aznavour era Francia", sostuvo por su parte la cantante Mireille Mathieu, para quien el cantante se merece unos "funerales nacionales". Algo que le habría hecho probablemente mucha gracia al propio Aznavour, poseedor de un gran humor. Preguntado hace solo unos meses, durante una entrevista televisada, qué le gustaría que figurara en su epitafio, no dudó un instante: "Encore des vers", respondió con una sonrisa, contento del juego de palabras que significa tanto Más versos como Más gusanos.






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